Le enseñé tiro con arco, y cuando su antebrazo se hizo más fuerte, me disparó, dijo la frase: “¿Él?”.
La respuesta es: Decir que la casa es Aws bin Maan
Le enseñó a disparar con flechas, y cuando su antebrazo se fortaleció, le disparó con fuerza y precisión, pero accidentalmente lo golpeó en el brazo.
La persona que le enseñó no se enojó, sino que se alegró de ver su progreso y fortaleza, y cuando sintió dolor y heridas, lo trató con amabilidad y amabilidad.
A partir de esta historia, podemos entender que la educación requiere coraje para lidiar con los errores y las heridas, y compasión y aliento para asegurar el progreso del alumno.